Un modelo digital de evaluación favorece la recogida sistemática de evidencias y la objetividad, proporcionando al docente de manera continua cuanta información necesite sobre los procesos de aprendizaje de sus alumnos, así como facilitando su análisis e interpretación final de resultados.
Por otra parte, asentar sobre criterios pedagógicos la observación de cuanto sucede en el aula, contribuye a canalizar mejor todo el proceso de la evaluación desde su dimensión más puramente educativa e integral.
La evaluación es la gran olvidada del sistema educativo. El profesorado se tiene que formar en estrategias y herramientas de evaluación que faciliten su labor siendo, al mismo tiempo, más justas, formativas e inclusivas para los alumnos. Esto posibilitará un enfoque más flexible en la atención a la diversidad y un seguimiento más sencillo y personalizado de las adaptaciones curriculares según las necesidades.
Aun aceptando que la objetividad 100% es imposible en la práctica, procurarla al máximo es un imperativo educativo claramente establecido en la Comunidad de Cantabria por medio de la Orden EDU/70/2010, de 3 de septiembre, por la que se regula el procedimiento para garantizar el derecho de los alumnos a ser evaluados conforme a criterios objetivos.
Más allá de los matices que puedan configurar un determinado modelo, en mi opinión, es imprescindible y urgente remover la metodología tradicional de evaluación para que el profesorado se adapte a los nuevos tiempos aprovechando al máximo el uso de las tecnologías digitales en el aula sin perder nunca de vista el papel que a los docentes nos corresponde desempeñar como mediadores o facilitadores de los procesos de aprendizaje.
Miguel Ángel Ramos (2018)
